sábado, 5 de noviembre de 2011

escuela alemana de economía / / LINA DELGADO

La escuela historicista alemana de economía (en alemán: Historische Schule der Nationalökonomie) fue una escuela de pensamiento histórico y económico iniciada en el siglo XIX -principalmente formada por alemanes- que argumentó que el estudio de la historia es la principal fuente de conocimiento sobre las acciones humanas y las cuestiones económicas, dado que la economía depende de la cultura y no se pueden tomar una y otra separadas en el espacio o en el tiempo. Así, la escuela alemana rechazó la idea de que los teoremas económicos podían ser tomados como universalmente válidos. Tuvo una fuerte influencia, no sólo en Alemania, sino también en otros países de su órbita económica como Austria, Hungría y Suiza, extendiéndose también al Reino Unido y Estados Unidos.
La economía, para esta escuela, es una ciencia dedicada al análisis riguroso de la realidad y no a la deducción de teoremas, de acuerdo con la lógica. Una característica de esta escuela de pensamiento es la preocupación con la realidad en lugar de trabajar sobre modelos matemáticos autoreferenciales, y abogaban porque la ciencia econónómica debía trabajarse con la psicología, el derecho y la ética. La mayoría de estos autores también fueron activos reformadores sociales preocupados con la mejora de la calidad de vida de las masas durante la época de la industrialización.
La obra Grundriss de Wilhelm Roscher aparecida en 1843 es considerada como el arranque de la Escuela Historicista, que junto con Karl Knies y Bruno Hildebrand fueron sus primeros representantes. Más tarde, a caballo entre el siglo XIX y el XX, Gustav von Schmoller, Etienne Laspeyres, Karl Bücher, Adolph Wagner, Georg Friedrich Knapp hasta Werner Sombart siguieron este modelo, matizado parcialmente para dejar espacio a las realidades globales.

Hasta la guerra de 1914, las escuelas alemana y francesa, dominadas por sus más ilustres representantes, HilbertDavid Hilbert(1862-1943) y Poincaré, continuaron ejerciendo en Matemáticas una indiscutible preponderancia. A su lado, los únicos focos de investigación que contaban con numerosos y activos participantes eran Italia e Inglaterra; la primera, brilla sobre todo por sus escuelas de Geometría algebraica (Enriques, Castelnuovo, Severi), Geometría diferencial (Levi-Civita, E. Levi) y Análisis funcional en torno a Volterra, y sufrirá un eclipse hacia 1935; mientras que la escuela inglesa, después de la muerte de Cayley y Sylvester, cambiando de orientadores se agrupa, a partir de 1910 aproximadamente, alrededor de Hardy y Littlewood y entra en un periodo de unos 30 años caracterizados por una fecunda serie de descubrimientos sobre análisis clásico y sus aplicaciones en la teoría de números, antes de ceder el puesto, en la época actual, a un brillante grupo de algebrista y topólogos.
Después de 1918, Francia, cuya juventud científica fue sesgada de raíz por la guerra, se replegará sobre sí misma durante 10 años, y, con excepción de Élie Cartan, la escuela francesa se limitará al restringido campo de la teoría de funciones de una variable real o compleja.
Alemania, por el contrario, que ha sabido preservar mejor la vida de sus científicos, conserva intactas sus tradiciones de universalidad; además, ve despuntar una notable escuela de álgebra y de teoría de números que inaugura en matemática moderna la tendencia axiomática y abstracta, en germen ya en los trabajos de Hilbert y Dedekind; entre 1920 y 1933, estos matemáticos aseguran a las universidades alemanas, donde se amontonan estudiantes de todos los países, un esplendor y una irradiación excepcional, que desgraciadamente serán trancados de manera brutal por la era hitleriana. Habrá que esperar hasta 1950 aproximadamente para que la escuela alemana se reconstituya, influenciada por los matemáticos franceses de tendencia "bourbakista".
No obstante, el fenómeno más notable desde 1918 es la aparición en la escena matemática de enérgicas escuelas nacionales en países que sólo habían conocido, hasta entonces, algunos científicos aislados que llegaran a alcanzar un renombre internacional. Debemos citar en primer lugar a la U.R.S.S. y Polonia, donde desde antes de la I Guerra Mundial, surgieron repentinamente un grupo de matemáticos de primer orden (Alexandrov, Kolmogorov, Banach, etc.); a sus esfuerzos debemos especialmente el desarrollo de los fundamentos de la topología y del análisis funcional moderno. En la U.R.S.S. este impulso no se perderá, y continuará dando numerosos matemáticos, entre los que los nombres de fama internacional son, sin embargo, menos frecuentes de lo que cabría esperar; en cuanto a Polonia, donde un 50% de los matemáticos fueron asesinados por los nazis, está empezando ahora a rellenar sus vacíos y a reemprender su marcha ascendente.
En los Estados Unidos, la formación de una tradición matemática es más lenta y se extiende a lo largo de tres generaciones; despuntando alrededor de 1900, recibe después de la I Guerra Mundial, y sobre todo después de 1933, un inesperado refuerzo con la emigración en masa de los científicos europeos expulsados por los regímenes totalitarios; serán ellos quienes ayudarán poderosamente a la creación, después de 1940, de la brillante y versátil escuela americana actual. Esta floración de nuevos talentos no se limitan a grandes países; Escandinavia no ha cesado nunca, desde 1900, de aportar con regularidad su contingente de matemáticos eminentes. Más notable incluso es el caso de la pequeña Hungría, de donde han surgido matemáticos de valor en un número totalmente desproporcionado con su población, entre los cuales figuran algunos de los genios del pensamiento matemático contemporáneo (especialmente F. Riesz y J von Neumann).


http://www.youtube.com/watch?v=CVVFRGca_SY

http://www.youtube.com/watch?v=BKFjZxk8Jlg

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